La vida de Joan Brull se sitúa entre Cataluña y París a finales de siglo XIX y principios de siglo XX. Brull siguió la trayectoria habitual de muchos artistas de su época, pero tuvo una sensibilidad y un estilo que lo hacen único.
Como otros chicos jóvenes con inquietudes artísticas, asistió a clases en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona, llamada Escuela de Llotja.
Completaba este aprendizaje asistiendo al taller de uno de los pintores realistas más destacados del momento, Simó Gómez, en el barrio del Poble Sec. Simó Gómez fue maestro de otros futuros pintores, arquitectos e ilustradores como Josep Cusachs, Josep Pascó o Enric Sagnier.
Al morir su maestro siguió formándose con el pintor y decorador Ramon Padró que lo llevó a trabajar por varios lugares de España y a vivir un tiempo en Madrid. Poco tiempo más tarde, gracias al mecenas Antonio Garriga pudo marchar a París, el destino soñado de todo artista. A finales de siglo XIX, París era el centro artístico internacional del momento: lugar de encuentro de artistas, con numerosas galerías y marchantes, academias de arte donde asistían alumnos de todo el mundo, además se celebraban anualmente varios salones. Allí se apuntó a la Academia Colarossi, donde fue alumno del pintor Raphäel Collin que le abriría una nueva sensibilidad, y conoció muchos otros artistas. A pesar de vivir en París unos dos años, no se desvinculó de Barcelona sino que continuó participando en la vida artística de la ciudad: en la Sala Parés, en la exposición inaugural de la nueva sede del Círculo Artístico o en la Exposición Universal de Barcelona de 1888.
Tras el cosmopolita París, Brull hizo un cambio rotundo yendo a vivir a pequeñas poblaciones rurales e instalándose durante unos años en Girona, donde fue uno de los protagonistas de la vida artística de la ciudad exponiendo sus obras en los escaparates de Tito Corominas y la sastrería Cibils. A principios de los años noventa abrió la "Gran Academia Moderna" junto con Prudenci Bertrana, donde daban clases de pintura para hombres, y en horas concertadas, para mujeres.
Barcelona fue su siguiente destino, donde se instaló en el antiguo taller de Simó Gómez en el Poble Sec. Durante los últimos años del siglo XIX Brull vivió el ambiente artístico barcelonés entre los miembros y las actividades del grupo de los modernistas articulado alrededor de los pintores Ramon Casas y Santiago Rusiñol. Brull participó en la Tercera Fiesta Modernista de Sitges y frecuentó las tertulias de la taberna d’Els Quatre Gats, lugar de encuentro de los modernistas.
Realizó una segunda estancia en Francia, en Neuilly-sur-Seine al lado de la capital, donde participó en el gran acontecimiento que supuso la Exposición Internacional Universal de 1900, donde fue premiado.
Joan Brull decidió instalarse definitivamente en Barcelona con su familia, en una casa en Montjuïc que también le permitía tener su taller en la planta superior. Durante los primeros años del siglo XX Joan Brull se convirtió en crítico de arte escribiendo crónicas artísticas regularmente en el semanario Joventut, una publicación de referencia en la ciudad. Los escritos evidencian su conocimiento sobre la pintura europea del momento y son una crónica del gusto, las ideas y los conflictos del arte catalán de entonces. Su trabajo como crítico le supuso muchas enemistades porque atacaba indistintamente los artistas académicos como los jóvenes. Brull formaba parte de la “peña” de Can Parés, donde a menudo discutía con Modest Urgell sobre pintura, literatura y teatro tal como recordaba Enric Galwey en El que he vist a Can Parés en els darrers quaranta anys.
En Barcelona presentó sus exposiciones individuales en la Sala Parés y en la Casa Esteva, Figueras y Sucesores de Hoyos después de haber participado en numerosas colectivas tanto nacionales como internacionales.
Joan Brull murió en Barcelona a los cuarenta y nueve años, dejando un gran legado artístico. Sus compañeros de la Sociedad Artística y Literaria de Cataluña le hicieron un homenaje póstumo. Su discípulo, el galerista Josep Dalmau, organizaría una exposición retrospectiva en 1924 para homenajearlo.