Inauguración de una exposición en la Sala Parés Grupo de artistas en la Sala Parés de Barcelona, c. 1910. Copia moderna del negativo original de vidrio. Museu d'Art Jaume Morera; Legado Dolors Moros, 2010 flickr del Museo Estavam tots un xich impacients y neguitosos. En Parés ens havia promés iluminar el saló pera nosaltres sols, y reunits en el despatx l'esperavam. Y no's pensin: qui més qui menos, jo crech que tots nosaltres, ja'ls havíam vist els quadros exposats; peró'l desitj de fer comparacions, ó de fruhir lo que se'n diu una inauguració, ens havia fet ser excesivament puntuals, ja que'l nostre amich, y amo del establiment, no compareixia. (...) Un cop á dins, vàrem fer lo que's fa sempre: donar la volta al saló. Qualsevol podria pensarse qu'ho fem per veure'l conjunt; però res d'això. Es que cada artista busca'l seu quadro ab més ó menos dissimulo. Després,quan tots l'han vist y'ls hi ha semblat qu'es millor que'ls altres, se van formant grupos,y comensan las discusions en veu baixa. Per regla general, l'última exposició es sempre la més dolenta, lo mateix aquí, que á París, que á tot arreu. No sé per qué. Al rompres el foch, sol pagar el pato algún artista dels qu'encara tenen la sort d'ésser discutits, es á dir, dels qu'encara no tenen el diploma de patúm. Y'l dimecres de la setmana passada varem comensar per en Pichot. [Estábamos todos un poco impacientes y nerviosos. Parés nos había prometido iluminar el salón para nosotros solos, y reunidos en el despacho le esperábamos. Y no se piensen: quien más quien menos, yo creo que todos nosotros, ya habíamos visto los cuadros expuestos; pero el deseo de hacer comparaciones, o de disfrutar lo que se llama una inauguración, nos había hecho ser excesivamente puntuales, ya que nuestro amigo, y dueño del establecimiento, no comparecía. (...) Una vez dentro, hicimos lo que se hace siempre: dar la vuelta al salón. Cualquiera podría pensarse que lo hacemos para verlo en conjunto; pero nada de eso. Es que cada artista busca su cuadro con más o menos disimulo. Luego, cuando todos lo han visto y les ha parecido que es mejor que los otros, se van formando grupos, y empiezan las discusiones en voz baja. Por regla general, la última exposición es siempre la más mala, lo mismo aquí, que en París, que en todas partes. No sé por qué. Al romper el fuego, suele pagar el pato algún artista de los que aún tienen la suerte de ser discutidos, es decir, de los que aún no tienen el diploma de patúm. Y el miércoles de la semana pasada empezamos por Pichot.] Joan Brull. «Notas d’art. Saló Parés. XVIII Exposició Extraordinaria». Joventut, 21-2-1901, núm. 54, p. 147.