Simó Gómez, maestro de Joan Brull Joan Brull, Retrato de Simó Gómez , 1880 En Simó Gómez havia nascut pintor, puig per naturalesa reunia las qualitats que per'aquest Art se necessitan. A una gran habilitat què'n podríam dir de dits, y que li facilitava en gran manera'l domini del metier hi ajuntava un exquisit sentiment de la bellesa. Son temperament era nirviós-biliós, lo que li donava una percepció tan fina, que moltas cosas, sense necessitat de saberlas, las pressentia. Es aquesta la gran qualitat de tot gran artista. No més cal mirar els dibuixos de la seva última época pera compendre qu'en Gómez era un verdader refinat. Generalment son fets ab llapis plom, sens apenas clar obscur, donant tota la importància à la linia y al caràcter. Aquests dibuixos per mi son lo més notable y personal què'ns ha deixat el mestre. En cambi, avans d'anar à París, dibuixava ab molta trassa, però's ressentia del seu primer ofici de litógraf. (...) En aquells temps l'estudi d'en Gómez era un centre d'Art ahont no solzament s'hi rebían llissons de dibuix y de pintura. Molts dels literats, poetas y músichs que avuy gosan de fama à Catalunya com Verdaguer, Matheu, Gener, Pitarra, Vidiella, etc., havían passat per aquell taller, veritable niu d'artistas. En la familia Gómez hi havia tres germans; el gran y'l petit eran grabadors, y's reunían al taller del mitjà (en Simó), del que pot dirse què'l gran (l'Enrich), qu'encara avuy es viu, n'era l'ànima, puig encisava sentir à un home com ell, de vasta ilustracio y de gust exquisit. Entre'ls deixebles recordo en Vilaseca, l'arquitecte; en Pascó, avuy catedrátich; en Xumetra, en Gómez Soler, en Barlés, l'Ortembach, l'Imbert... [Simó Gómez había nacido pintor, puesto que por naturaleza reunía las cualidades que para este Arte se necesitan. A una gran habilidad que podríamos llamar de dedos, y que le facilitaba en gran manera el dominio del metier se juntaba un exquisito sentimiento de la belleza. Su temperamento era nervioso-bilioso, lo que le daba una percepción tan fina, que muchas cosas, sin necesidad de saberlas, las presentía. Es esta la gran calidad de todo gran artista. Sólo hay que mirar los dibujos de su última época para comprender que Gómez era un verdadero refinado. Generalmente son hechos con lápiz de plomo, sin apenas claroscuro, dando toda la importancia a la línea y al carácter. Para mí, estos dibujos son lo más notable y personal que nos ha dejado el maestro. En cambio, antes de ir a París, dibujaba con mucha habilidad, pero se resentía de su primer oficio de litógrafo. (...) En aquellos tiempos el estudio de Gómez era un centro de Arte donde no solamente se recibían lecciones de dibujo y de pintura. Muchos de los literatos, poetas y músicos que hoy gozan de fama en Cataluña como Verdaguer, Matheu, Gener, Pitarra, Vidiella, etc., habían pasado por aquel taller, verdadero nido de artistas. En la familia Gómez había tres hermanos; el mayor y el pequeño eran grabadores, y se reunían en el taller del mediano (Simó), de lo que puede decirse que el mayor (Enric), que aún hoy está vivo, era el alma, pues cautivaba oír a un hombre como él, de vasta ilustración y de gusto exquisito. Entre los discípulos recuerdo a Vilaseca, el arquitecto; a Pascó, hoy catedrático; a Xumetra, a Gómez Soler, a Barlés, a Ortembach, a Imbert...] Joan Brull. «Suplement artístich literari. Simó Gómez». Joventut, 24-10-1901, núm. 89 bis, p. 6-7