Barcelona, Raval y Ciutat Vella Màrius Aguirre Serrat-Calvó. Casa Bruno Cuadros o la llamada popularmente 'Casa dels paraigües' de La Rambla de Barcelona. Fotografía entre 1888 y 1910. Arxiu Fotogràfic Centre Excursionista de Catalunya carrer de Sant Pau. ¿El coneixeu aquest carrer? En aquella hora de fosca en que acaban d'encendre’ls fanals, té l'aspecte d'un túnel inmens, que may sacaba. Al comensar, entrant perla Ronda, es bastant bonich. El campanar romanich de Sant Pau destacantse sobre'l cel, à mà dreta, li dona bastant de caràcter; però al avansar endins, allò es un mareig. El carrer es massa estret pel tráfich que hi ha: carros que no poden passar, la gent aturantse y esperant de mala gana, els carreters renegant y pegant als pobres animals (...) Per fi tot s'arregla, y puch continuar el meu cami, cap à la Rambla. De tant en tant sento uns ulls què'm miran insistenment, revelant la copdicia de guanyar un duro; y altres ulls què'm miran com extranyats del meu ayre indolent. (...) Tombo no sé per quina travesía, y veig la Rambla lluminosa, que, comparada ab aquells carrerons, sembla que hi hagi festa major. Cap allà dirigeixo'ls meus passos, hi arribo, y després me n'entro pel carrer de Fernando, tot iluminat, tot ple de gent. (...) Avuy el trobo ben diferent el carrer de Fernando: tot lluminós, ab las botigas obertas, lluhint als aparadors las mercaderías. Vaig seguint à la gent sens apenas fixarme en res, quan, avans d'arribar à la plassa de Sant Jaume, m'adono, à la esquerra, duna botiga de quadros... ¿No'ls fa extrany això d'una botiga de quadros? A mi si. Que n'hi hagi de betas y fils, està bé; però, de quadros!... [calle de Sant Pau. ¿Conocéis esta calle? En esa hora de oscuridad cuando acaban de encender las farolas, tiene el aspecto de un túnel inmenso, que nunca se acaba. Al empezar, entrando por la Ronda, es bastante bonito. El campanario románico de Sant Pau destacándose sobre el cielo, a mano derecha, le da bastante carácter; pero al avanzar adentro, aquello es un mareo. La calle es demasiado estrecha para el tráfico que hay: carros que no pueden pasar, la gente parándose y esperando de mala gana, los carreteros renegando y pegando a los pobres animales (...) Por fin todo se arregla, y puedo continuar mi camino, hacia la Rambla. De vez en cuando siento unos ojos que me miran insistentemente, revelando la codicia de ganar un duro; y otros ojos que me miran como extrañados de mi aire indolente. (...) Tuerzo por no sé qué travesía, y veo la Rambla luminosa, que, comparada con aquellos callejones, parece que haya fiesta mayor. Hacia allá dirijo mis pasos, llego, y luego me meto por la calle de Fernando, toda iluminada, llena de gente. (...) Hoy la encuentro muy diferente la calle de Fernando: toda luminosa, con las tiendas abiertas, luciendo en los escaparates las mercaderías. Voy siguiendo a la gente sin Apenas fijarme en nada, cuando, antes de llegar a la plaza de Sant Jaume, me doy cuenta, a la izquierda, de una tienda de cuadros ... ¿No se les hace raro esto de una tienda de cuadros? A mí sí. Que haya de vetas e hilos, está bien; pero, de cuadros! ... ] Joan Brull. «Notas d’art». Joventut, 27-12-1900, núm. 46, p. 725-726.